El misterio por saber el origen del SARS-CoV-2 sigue siendo una de las grandes interrogantes de la humanidad, incluso para los gobiernos y los propios miembros de la comunidad científica, quienes, a pesar de haber realizado múltiples investigaciones, siguen sin conocer cómo se originó el virus que actualmente ha cobrado la vida de millones de personas.
Acorde con el artículo de la revista Nature titulado The COVID lab-leak hypothesis: what scientists do and don’t know’, varios científicos no cuentan con suficiente evidencia sobre los orígenes del SARS-CoV-2 para descartar las hipótesis que apuntan a una fuga de laboratorio.
Otros miembros de la comunidad han establecido que el virus evolucionó de forma natural y se propagó directamente de un murciélago a una persona o a través de un animal intermedio. Algunos argumentan que la mayoría de las enfermedades infecciosas tienen su origen en la naturaleza, como sucedió con el VIH, la influenza y el ébola.
Bajo esa lógica, algunos científicos aseguraron que los coronavirus que causaron la epidemia del SARS en 2002 y el brote del síndrome respiratorio de Medio Oriente (MERS) en 2012, provienen de la naturaleza, descartando cualquier otra suposición.
En ese sentido, los investigadores tienen algunas pistas que apuntan a que el genoma del SARS-CoV-2 es muy similar al de RATG13, un coronavirus que se encontró por primera vez en un murciélago de la especie Rhinolophus affinis en la provincia de Yunnan de China.
Acorde con las investigaciones, dicho genoma es parecido al del SARS-CoV-2 en un 96 por ciento, pero no es idéntico, situación que ha sembrado la duda entre la comunidad científica, pues no es el causante de esta pandemia.
Derivado de lo anterior, se ha despertado la posibilidad de que virus del SARS-CoV-2 se haya fugado de un laboratorio sin poder controlarlo a tiempo.
Según Nature, las fugas de laboratorio han provocado pequeños brotes pero nunca han generado una pandemia, debido a que estos virus se han controlado gracias a la amplia documentación que existe.
Un ejemplo de ello ocurrió en 2004 cuando dos investigadores fueron infectados por el virus que causa el SARS en un laboratorio de virología en Beijing que estudiaba dicha enfermedad; para fortuna de la humanidad, el brote se pudo controlar a tiempo.
¿Existen argumentos para decir que fue una fuga de laboratorio?
En su artículo, Amy Maxmen y Smriti Mallapaty señalan que el virus podría venir de un laboratorio a través de diversas maneras. Una de ellas señala que los investigadores pudieron haber recolectado el SARS-CoV-2 de un animal y mantenerlo en observación para su estudio, o bien, pudieron craerlo mediante la ingeniería en genomas.
Bajo ese argumento, alguno de los investigadores pudo haber sido infectado de manera accidental o deliberada por el virus para luego transmitirlo a otras personas. Actualmente, no hay evidencia suficiente de este hecho, sin embargo, varios científicos no dejan de considerar dicha opción.
Dentro de la comunidad, algunos sospechan que, a casi un año y medio del inicio de la pandemia, no se ha encontrado un animal que presente ese mismo genoma para que el virus sea considerado de origen natural.
Un sector más radical argumenta que el primer caso de COVID-19 se haya detectado en Wuhan, donde se encuentra un laboratorio de alto nivel encargado de estudiar los coronavirus, propiedad del Instituto de Virología de Wuhan.
Aunado a ello, han aseverado que el virus contiene características inusuales y secuencias genéticas que indican que fue diseñado por humanos, lo que facilita su propagación entre las personas.
Pese a todos estos argumentos, la comunidad científica ha señalado que las investigaciones sobre el origen de cualquier virus suelen tardar varios años sin conocer con exactitud a los ‘culpables’.
Cabe señalar que se necesitaron 14 años para determinar el origen de la epidemia del SARS, el cual comenzó con un virus en los murciélagos que se propagó a los humanos. Mientras que para el ébola aún se sigue investigando el origen.
Para Vincent Munster, virólogo de Rocky Mountain Laboratories, una división de los Institutos Nacionales de Salud, en Hamilton, Montana, no es sospechoso de que el virus haya aparecido en Wuhan, puesto que la mayoría de los coronavirus se han encontrado en China y sus alrededores.
“Hay otros laboratorios que se enfocan en enfermedades virales endémicas: laboratorios de influenza en Asia, laboratorios de fiebre hemorrágica en África y laboratorios de dengue-fiebre en América Latina, por ejemplo. “Nueve de cada diez veces, cuando hay un nuevo brote, se encontrará un laboratorio que estará trabajando en este tipo de virus cerca”, expresó Munster para Nature.