En la Zona Arqueológica Cuajilote hay cédulas temáticas, señalización interna y externa, dos puentes de comunicación para circuito peatonal sobre los ríos Bobos y Alcececa, en tramos de aproximadamente 60 metros y desde la zona arqueológica de Vega de la Peña, también se puede llegar al sitio arqueológico El Cuajilote haciendo una caminata de 2.5 kilómetros. Cuenta con un campamento y una bodega.
Para acceder al sitio por vía terrestre se parte de la población de Tlapacoyan, por la carretera en dirección a Plan de Arroyos. Aproximadamente a 11 km se encuentra la congregación de Santiago, desde la que se atraviesa una loma a pie, en dirección al río. Desde la zona arqueológica de Vega de la Peña también se puede acceder a Cuajilote a pie, ya que se encuentran separadas únicamente por 2.5 km de distancia. Partiendo de Tiapacoyan se llega a Santiago hasta una empinada cuesta, por el paraje denominado Síete Vueltas o hasta Rancho Nuevo, pasando antes por el Salto del (Guapotes), para llegar a la zona arqueológica de El Cuajilote. Para ir a esta zona se recomiendan vehículos altos por las condiciones de la brecha.
Los antecedentes historiográficos de Filobobos se remontan a datos primarios generales del siglo XVI manifestados en el Códice Mendocino Matrícula de Tributos en los cuales se puede ver que la región se incluía dentro del centro receptor de productos tributarios que el imperio azteca impuso a la provincia de Tlapacoyan, entre los productos tributarios destaca el arte plumario, lo cual pone en relieve la biodiversidad de la costa certeramente vislumbrada desde la llegada de los españoles. La población se divide en dos zonas: Cuajilote y Vega de la Peña. La permanencia de los pobladores de la zona arqueológica de Filobobos se aseguró por el recurso de la sobrevivencia, el abasto permanente de agua y de su exploración constante, conjugada con los nichos arqueológicos aledaños de partes altas y bajas en torno a las cañadas. Los juegos de pelota son diferentes en ambos sitios y su alineación contraria.