‘Una Olimpiada femenina sería poco práctica, falta de interés, sin atractivos e impropia. El héroe olímpico real, en mi opinión, es el hombre adulto. Los Juegos Olímpicos deberían ser solo para hombres, el papel de las mujeres debería ser, principalmente, coronar a los ganadores”, declaró Pierre Frèdy, barón de Coubertin, creador del Comité Olímpico Internacional (COI), cuando todavía las mujeres no tenían espacio en los Juegos Olímpicos.
Desde la creación del COI en 1894 y la organización de los juegos modernos en Atenas de 1896, inspirados en los de Olimpia entre los años 776 a.C y 393, las mujeres fueron excluidas. ¿Las razones? Eran consideradas demasiado débiles para practicar un deporte, tampoco eran valoradas como deportistas y creían que su participación afectaría su salud, además de correr el riesgo de “masculinizarse”. La historia comenzó a cambiar gracias a la presión que puso una deportista francesa llamada Alice Milliat, remadora, nadadora y jugadora de hockey sobre césped, a quien se le rindió homenaje en la apertura de los juegos que se están celebrando en París, por dar inicio a una batalla con el fin de que las mujeres pudieran competir.
Alice Milliat nació en Nantes el 5 de mayo de 1884. Sus padres estaban al frente de un almacén en el centro de la ciudad. La joven que era maestra y traductora, tenía gran facilidad para los idiomas, se casó a los 20 años con un comerciante, Joseph Milliat que la llevó a vivir a Londres, y enviudó muy pronto, a los cuatro años. No llegaron a tener hijos. Desde pequeña practicaba deportes. Era una buena nadadora y jugadora de hockey sobre césped, y en el río Támesis se inició en el remo de alto rendimiento, práctica que le dio muchas satisfacciones, ya que batió récords deportivos empuñando los remos en el Sena: recorrió 80 kilómetros en menos de 12 horas.
En los juegos celebrados en París del 1900, el mismo año en que se llevó a cabo la histórica Exposición Universal en esa ciudad, participaron 22 mujeres en unos juegos mayoritariamente masculinos. Ellos eran 975. Por esos tiempos, destacaba la tenista británica Charlotte Cooper, quien fue la primera campeona olímpica femenina de la historia.
En 1915 Milliat comienza a dirigir el club Fémina-Sport. Junto otras deportistas fundó la Federación de Sociedades Deportivas Femeninas de Francia en 1917, donde a los dos años también comenzó a presidirla. Frente a la resistencia ofrecida por federaciones deportivas para incluir a las mujeres en el mundo deportivo de alto rendimiento, creó su propio ámbito en 1921: la Fédération Sportive Féminine Internationale (Federación Deportiva Femenina Internacional), que les permitiría a las atletas competir en todas las disciplinas, sin ningún tipo de restricciones ni comentarios despectivos. Inquieta, en 1920 la francesa armó un equipo de fútbol femenino de París que recorrió Gran Bretaña y se midió con el Dick Kerr’s Ladies, en representación de Francia, convirtiéndose en el primer torneo mundial de fútbol femenino reconocido a nivel internacional.
“El deporte femenino tiene su lugar en la vida social al igual que el deporte masculino”, afirmó Alice Milliat, en un discurso de 1917. La férrea oposición a que las mujeres participaran en todas las disciplinas, cargada de menosprecio, no hizo más que alimentar su espíritu de lucha. La atleta francesa decidió seguir adelante, con la organización de competencias estrictamente femeninas.
La ciudad de Montecarlo, en el Principado de Mónaco fue el lugar donde se desarrolló el primer encuentro femenino, mientras que los primeros juegos mundiales femeninos se celebraron en París, en 1922. Los bautizaron con el nombre de Juegos Olímpicos Femeninos y se celebrarían cada cuatro años, entre las competencias masculinas. Participaron de esos primeros juegos casi 80 deportistas provenientes de Gran Bretaña, Noruega, Suiza, Italia, Francia y Estados Unidos. El nombre generó malestar en el COI por el uso del nombre olímpico sin autorización. Y del resto no tomaron nota.
“Por este acto, declaro inauguradas las Primeras Olimpiadas Femeninas”, anunció Milliat este evento, el primero de varios. Porque celebraron otros cuatro entre 1926 y 1934. Según la Fundación Alice Milliat en los Juegos de 1934 con sede en Londres, llegaron a recibir más de 6000 espectadores a diario. Fue un éxito rotundo.
Finalmente el Comité Olímpico Internacional cedió. Le dio luz verde a las mujeres para competir en el deporte por excelencia del olimpismo moderno: el atletismo. En los Juegos Olímpicos de Ámsterdam de 1928 se dieron estas primeras competiciones. Alice Milliat aspiraba a que les concedieran 10 pruebas, pero en las negociaciones quedaron cinco. En esos juegos fue la primera mujer en ocupar un lugar como jurado de pruebas de atletismo, compartiendo la mesa entre los dirigentes. Fue un momento trascendental para el deporte femenino.
La Carrera de 800 metros, que era la distancia mayor permitida, fue una de las pruebas más comentadas en esos juegos que habían generado polémica. Las crónicas de la época hicieron hincapié en la escena en que las mujeres se desplomaban en el piso después de alcanzar la meta, como si fuera algo dramático, cuando los hombres también lo hacían. Quedaron tan impresionados que esas carreras no volvieron a repetirse para ellas hasta 1960, en los Juegos Olímpicos en Roma.
Al quedar frente a la organización de los juegos femeninos, el COI volvió a tener el control, bajo la dirección masculina. La Federación Deportiva Femenina Internacional fue absorbida por la Federación Internacional de Atletismo, momento en que Milliat se retira. No solo como una gran deportista y dirigente, sino también como activista. Lejos de cruzarse de brazos o lamentarse con las reglas impuestas, creó las propias y dio batalla.
En los juegos siguientes dejó de integrar los jurados y sí lo hicieron otras dos mujeres en Los Ángeles. El 19 de mayo de 1957, a los 73 años la pionera en la defensa del rol de la mujer en el mundo del deporte murió olvidada y en el anonimato. Su entorno desconocía sus conquistas. En este nuevo siglo su figura fue reivindicada, al igual que las primeras deportistas ganadoras de medallas. En el libro Prohibida pero no vencidas, el autor español Carlos Beltrán, evoca su figura entre mujeres que desafiaron “prejuicios, falacias médicas y costumbres rancias con el simple objetivo de hacer deporte y competir”. En Francia fue creada en su honor la Fundación Alice Milliat, que se dedica a promover el deporte femenino.
La lucha por la paridad en la participación de los juegos lleva más de un siglo. Hace pocos días atrás anunciaba el Comité Olímpico a sus 6,4 millones de seguidores de su cuenta de X que “París 2024 serán los primeros Juegos Olímpicos con igualdad de género en la historia. Durante las próximas dos semanas competirán el mismo número de hombres y mujeres”.