Ciudad del Vaticano.- Muy buenas noches, ¿cómo están? Hoy fue un día largo y lleno de emociones. Acompañada por mi familia, mis amigos y compañeros esta mañana recibí de manos del papa Francisco una condecoración pontíficia, la más importante de las que se otorgan a los laícos.
Está reservada generalmente a jefes de gobierno, secretarios de estado y embajadores acreditados ante la Santa Sede. Más allá del reconocimiento me siento muy privilegiada porque la decisión la tomó personalmente el papa..
Él mismo nos lo dijo a mí y a Philip Pullella de la agencia Reuter, un compañero que cubre el Vaticano desde hace 40 años. Primero Francisco nos recibió en audiencia privada y fue un privilegio increíble sentarnos en la mesa en la que se sientan los jefes de estado que visitan al papa.
Pudimos luego presentarle a nuestros familiares y amigos y finalmente entramos al aula del consistorio. Fui la primera en tomar la palabra. Le conté de las dificultades que los periodistas que somos mamás y papás tenemos para conciliar nuestra vida privada con nuestra profesión. Le comenté que habíamos reunido a personas que ya no tienen cargos pero que fueron nuestros compañeros de viaje y que siguen siendo importantes para nosotros.
Le agradecí todas las atenciones que tuvo conmigo, como por ejemplo celebrar mi cumpleaños en el avión, festejar mis 150 viajes papales e invitarme a hablar en la cumbre sobre abusos. Estuvimos muy contentos todos y quiero compartirles momentos inolvidables de este día.