
Las autoridades mexicanas están buscando a decenas de personas desaparecidas y están teniendo dificultades para suministrar ayuda a otras miles que fueron sorprendidas por las lluvias torrenciales que anegaron varias partes del país, causando graves daños durante el fin de semana.
Las autoridades dijeron el lunes que 64 personas habían muerto y 65 estaban desaparecidas en cinco estados afectados cercanos al golfo de México.
Se espera que el número de víctimas aumente en los próximos días a medida que los equipos de búsqueda y rescate sigan llegando a las zonas aisladas por los corrimientos de tierra.
La presidenta Claudia Sheinbaum dijo el lunes por la mañana que su gobierno calculaba que unas 100.000 viviendas se habían visto afectadas por las inundaciones y los deslizamientos de tierra. Decenas de comunidades permanecían aisladas, y la presidenta dijo que sería necesario enviar alimentos y agua por avión.
“No había ninguna condición científica, meteorológica, que pudiera indicarnos que la lluvia iba a ser de esta magnitud”, dijo Sheinbaum a los periodistas, y añadió que el gobierno tenía la vista puesta sobre todo en el Pacífico, donde la semana pasada se habían formado dos tormentas, Priscilla y Raymond, frente al oeste de México.
Pero fue en el centro y el este del país —en los estados de Veracruz, Hidalgo, San Luis Potosí, Querétaro y Puebla— donde los aguaceros extremadamente intensos y localizados causaron la mayor destrucción, desbordando ríos y provocando deslizamientos de tierra.
En algunas ciudades cayeron cerca de 50 centímetros de lluvia en solo cuatro días, según datos del gobierno.
Las lluvias torrenciales se han convertido en un riesgo en amplias zonas del país. A principios de este año, las fuertes inundaciones en la frontera de México con Estados Unidos también causaron víctimas mortales y dejaron daños generalizados.
Aunque es difícil establecer una conexión entre un aguacero en concreto y el cambio climático en tiempo real, los estudios sugieren que, a medida que aumenta la temperatura global, las tormentas producen lluvias más extremas porque el aire caliente retiene más humedad que el aire frío.
Sheinbaum se enfrenta a la presión de brindar ayuda rápida a las víctimas, una tarea obstaculizada por los recientes recortes presupuestarios a los esfuerzos de mitigación del cambio climático y la pérdida de un fondo especial de ayuda para catástrofes que fue disuelto por su predecesor y mentor a causa de denuncias de corrupción. (No se ha demostrado legalmente ningún caso de corrupción directamente relacionado con el fondo).
Las investigaciones han revelado que el fondo —considerado en su día uno de los instrumentos financieros más avanzados del mundo para la asistencia en caso de catástrofe— salvaba vidas y contribuía a restablecer el acceso a servicios vitales.
Pero Sheinbaum prometió que su gobierno no escatimaría gastos para ayudar a los afectados por las fuertes lluvias.
“Hay suficientes recursos, en eso no se va a escatimar”, dijo, y añadió que su gestión aún disponía este año de 867 millones de dólares para destinar a la ayuda en caso de catástrofe.
Pero en algunos de los lugares más afectados, la desesperación ha ido en aumento.
El domingo, durante una visita a Veracruz —donde un río desbordado ha desplazado a miles de personas y se ha cobrado al menos 29 vidas—, Sheinbaum fue recibida por una multitud de habitantes enfurecidos en la ciudad de Poza Rica.
“¿Dónde están?”, gritaban, mostrando fotos de los desaparecidos en sus celulares.
Un joven estudiante increpó a la presidenta que intentaba calmar a la gente, hablandóles desde la parte trasera de una camioneta. Tres de sus compañeros de universidad, dijo el hombre, llevaban desaparecidos tres días, mientras los lugareños respondían por su cuenta a la catástrofe.
“Aquí estuvimos nosotros los tres días limpiando”, gritó. “¿De qué me sirve tenerte aquí?”.
Sheinbaum pidió repetidamente a la multitud que callara y la escuchara, presionando con el dedo sobre los labios. “A todos se les va a atender, a todos”, dijo. “No se va a ocultar nada”.
Al preguntarle por el encuentro del domingo, la presidenta dijo el lunes que las autoridades universitarias le habían dicho que habían muerto dos estudiantes, pero que aún no habían confirmado si otros estaban desaparecidos.
Sheinbaum también ha señalado un factor “único” en el que México ha confiado mucho en los últimos años: sus fuerzas armadas.
A falta de un fondo especial para catástrofes, el Ejército, la Fuerza Aérea y la Armada de México han desempeñado un papel cada vez más importante en los esfuerzos de ayuda en caso de catástrofe. Los resultados han recibido críticas dispares.
Tras el huracán Otis, una tormenta de categoría 5 que dejó un rastro de destrucción y muerte en Acapulco en 2023, se elogió al ejército por su rápido despliegue de ayuda y personal. Pero los esfuerzos de recuperación se vieron obstaculizados, según los críticos, por la falta de conocimientos locales y el descuido inicial de los barrios más pobres y las comunidades periféricas.
El impacto económico de las reparaciones, la asistencia social y las transferencias directas de efectivo en las arcas públicas de México ha sido considerable.
Al igual que su gobierno ha estado haciendo en Acapulco, Sheinbaum dijo el lunes que daría instrucciones para dragar ríos, construir diques, reconstruir puentes y levantar estaciones de bombeo para el control de inundaciones en los estados recientemente afectados.
Hasta ahora, se han desplegado más de 7300 soldados del Ejército y miembros de la Guardia Nacional para ayudar a rescatar y evacuar a la población.
También se han desplegado funcionarios de salud para prevenir la propagación de enfermedades transmitidas por mosquitos, como el dengue.
Las lluvias también interrumpieron el suministro eléctrico, dejando sin electricidad a más de un cuarto de millón de personas, aunque la compañía nacional de electricidad de México dijo el lunes que la energía se había restablecido en gran medida.