En 1987, un submarinista que exploraba las islas Ryukyu, al sur de la costa de Japón, se tropezó con un asombroso descubrimiento.
A 25 metros de profundidad, alcanzó a distinguir una serie de escalones, tallados casi a la perfección y con bordes rectilíneos sin signos de erosión.
«Se me erizaron los pelos, era abrumador», recuerda Kihachiro Aratake, en declaraciones a la BBC. Buscaba un lugar para bucear, para explorar, cuando se encontró con la estructura en un lugar cercano a la isla de Yonaguni, que forma parte del archipiélago.
Conocido hoy como el Monumento Yonaguni, este coloso pétreo de 50 metros de largo por 20 de ancho constituye uno de los sitios submarinos más insólitos del mundo.
«Me conmovió mucho cuando lo encontré», dice Aratake. «Sabía que se convertiría en un tesoro en la isla Yonaguni».
La Atlántida de Japón
Muchos geólogos han estudiado las misteriosas estructuras de Yonaguni, y la mayoría cree que es una formación natural.
Bautizada como la Atlántida de Japón, este monumento de forma piramidal tiene más de 10 mil años de antigüedad, según creen los expertos.
Después de que Aratake descubriera la estructura, un grupo de científicos dirigido por el geólogo Masaaki Kimura, de la Universidad de Ryukyu en Japón, comenzó a investigar la misteriosa formación rocosa sumergida.
Se cree que tiene más de 10 mil años, pero hay diferentes teorías encontradas sobre su origen.
Algunos creen que se trata de un vestigio de una civilización que floreció en el Pacífico, perdida hace mucho tiempo: el pueblo Jomon, que habitó el Japón prehistórico hacia el año 12 mil A.C.
«Creo que es muy difícil explicar su origen como puramente natural, debido a la vasta evidencia de la influencia del hombre en las estructuras «, explica Kimura.
Formaciones desde tierra hasta el fondo del mar
«Lo que me hace creer que está hecho por el hombre es la escalera de caracol«, señala, por su parte, Kihachiro Aratake.
Pasos perfectamente esculpidos llevan a creer que el monumento fue hecho por el hombre.
Otros investigadores afirman que el lugar recuerda a formaciones naturales presentes en otros lugares del mundo, como la llamada Giant’s Causeway, en español Calzada del Gigante, de Irlanda del Norte, cuya compleja trama de columnas de basalto se formó tras una erupción volcánica hace millones de años.
«Cuando lo vi por primera vez, me di cuenta de inmediato de que las formaciones eran similares a las de la tierra», dice el geocientífico Takayuki Ogata, de la Universidad de Ryukyu.
«Nunca había visto formaciones que continuaran desde tierra hasta el fondo del mar y esa fue una de las razones por las que estaba realmente impresionado», añade.
El geólogo Makoto Otsubo, también de la Universidad Ryukyu, recuerda que se pueden encontrar formas y formaciones simétricas en la naturaleza.
«Esto se puede explicar simplemente mirando otros paisajes formados naturalmente que son similares a este», explica.
Pasadizos y entradas arqueadas
El descubrimiento del Monumento Yonaguni ha atraído la atención de mucha gente, como el buzo profesional Kenzo Watanabe, que no perdió el tiempo y se puso a planificar un viaje a la isla.
«Hubo rumores de que ya no podríamos bucear allí si se convirtiera en un sitio arqueológico, así que decidí ir mientras aún fuera posible«, señala.
«Después de ver (el monumento), creo que no hay forma de que no lo haya hecho el hombre, especialmente con todas esas superficies planas. Es realmente impresionante, tantas superficies diferentes y formas simétricas. Definitivamente creo que no es natural», agrega.
Pese a sus estrechos pasadizos, entradas arqueadas y ángulos de 90 grados, la mayoría de los expertos se inclina porque las inusuales formaciones de Yonaguni son de origen natural y no obra del ser humano.
Los diferentes niveles del lugar, tan bien definidos, probablemente se formaron gradualmente debido a su ubicación en un área propensa a los terremotos.
Sin embargo, aunque la historia de su origen mítico probablemente no sea real, seguirá fascinando a los que tengan la suerte de bucear en este lugar y acercarse a este fenómeno geológico único.