El Disquero está de fiesta. Suena en los altavoces As Caravanas, el disco más reciente de Chico Buarque, quien hace cinco días recibió el Premio Camões por su extensa obra literaria, considerado el Premio Nobel de Literatura lusitano. Y por eso estamos celebrando.
Y ya que dije Premio Nobel, vaticiné en su momento, en un largo ensayo que publiqué en la Revista de la Universidad y en numerosas crónicas en La Jornada, que Bob Dylan recibiría eventualmente el máximo galardón de las letras mundiales, y cuando así sucedió en la realidad, me cambiaron el nombre a Pitoniso y Nostradamus, y muchas vestiduras se desgarraron y se volvieron a descoser cuando enseguida fue premiado otro cantautor
(terminajo propio de quienes tanto se enojaron): Kazuo Ishiguro.
Ahora, anuncio aquí que Chico Buarque de Holanda es merecedor del Premio Nobel de Literatura por las siguientes razones:
Sus 10 novelas, su libro de cuentos, sus textos para la escena; además, por supuesto, como en el caso de Bob Dylan, la cualidad poética de sus canciones, obedece a una tradición literaria y un amor por la palabra que nace de los marcos de contextualidad histórica, social y política de Brasil, que documentó el investigador Anazildo Vasconcelos da Silva en su libro Representaçoes do social na poesia de Chico Buarque y que tiene que ver con la conversión de la literatura romántica y moderna, en su tránsito hacia las vanguardias.
Pocos han leído las 10 novelas de Chico Buarque y quizás eso explique en parte el bochornoso silencio de la prensa mexicana, con excepción por supuesto de La Jornada, hace cuatro años, cuando le otorgaron el Premio Camões, y volvieron a guardar ominoso silencio hace cinco días, cuando los mortales simples nos regocijamos en la ceremonia donde Chico recibió ese galardón en Portugal y lloramos de emoción cuando él lloró de emoción al leer su hermoso discurso.
La genealogía literaria de Chico Buarque tiene su punto de partida en el movimiento llamado poesía concreta
, datado en 1956; la poesía praxis
, de 1962; el poema-proceso
, de 1967; la poesía semiótica
, 1970, a través de manifiestos y programas culturales que significaron la ruptura con el modernismo de la generación de 1945.
Se abrió entonces el horizonte hacia el experimentalismo lingüístico, la experimentación con el lenguaje, la desnaturalización de la palabra, para pasar a la palabra-cosa, el poema-código o semántico y el tender puentes hacia el movimiento de la Música Popular Brasileña (MPB), del que forma parte Chico Buarque, para luego convertirse en uno de los novelistas más importantes de la actualidad mundial.
Vinicius de Moraes (1913-1980) enlazó a los jóvenes compositores populares (Chico, Caetano, Gilberto Gil, et al.) con la disciplina escritural de Carlos Drummond de Andrade, Manuel Bandeira, Gregorio de Matos, Haroldo de Campos, entre otros gigantes.
En su novela Budapest, Chico Buarque eleva el reto de la experimentación formal que practicó en toda su carrera como músico. Por ejemplo, su obra maestra, Construçao, es un juguete experimental construido con endecasílabos y rimas en proparoxítonas, que no son otra cosa que simples esdrújulos.
José Costa, su alter ego en su novela Budapest, es un escritor fantasma, o negro, especializado en artículos, discursos y autobiografías ajenas, en claro planteamiento preñado de ironías, querencia fundamental de este gran escritor brasileño: la sonrisa.
Su degustación por la entraña del lenguaje se despeja con asombro en la arquitectura y dificultad de los sonidos del idioma húngaro, la única lengua que el diablo respeta, como dicen los gitanos.
El gozne de tuercas se tuerce en otro desdoblamiento; José Costa se convierte en Zsoze Kósta y vive una doble vida entre Budapest y Brasil, entre ironías, humoradas y juegos de palabras.
Ese juego de espejos vuelve una y otra vez en las novelas de Chico Buarque, como en El hermano alemán, de 2015, donde desdobla lo vivido, lo leído, lo investigado y lo imaginado.
El regusto por el truqueo, trueque, sonido y traqueteo de las palabras le nació de la lectura, cuando niño, de una de las novelas capitales de América Latina: Gran Sertão, Veredas, de João Guimarães Rosa (1908-1967), que se reflejó en una de sus primeras canciones, que son en realidad poemas puestos en música por este orfebre de la palabra.
En Pedro Pedreiro, de 1965, despliega el juego de las aliteraciones así: Pedro pedreiro penseiro esperando o trem/ Manha, parece, carece de esperar tambén/ para o bem de quem tem bem/ de quem nao tem vintém.
En su novela Leche derramada, de 2009, su protagonista, Eulálio Montenegro d’Assumpçao, tiene 100 años de edad; su hija Eulalia es octogenaria, y entre ambos mueven la memoria de vidas anteriores hasta hilar una historia de dos siglos, desde Portugal hasta Brasil, la patria nueva, en medio de atmósferas plenas de humor, sensualidad y vapor poético.
En su novela Estorbo, de 1991, el juego estriba en el monólogo y, a la manera de José Saramago, los signos de puntuación.
Abonda, de 1966; Fazenda Modelo, 1974; Chapeuxinho Amarelo, 1979; A bordo do Rui Barbosa, 1981; Estorvo, 1991; Benjamin, 1997; Budapest, 2003; Leche derramada, 2009; El hermano alemán, 2015, y Essa gente, de 2019, sus 10 novelas.
En la más reciente, por cierto, Essa gente, en palabras de Lia Azam Zanganeh, Chico Buarque tiende una elegía a la soledad, al dolor, a los malentendidos eróticos (y literarios) y a la nostalgia de todo lo que no se dice
y nos invita a asomarnos a la vida de Manuel Duarte, escritor de novela histórica que tuvo su momento de gloria en la década de los noventa y que ahora, con la cuenta bancaria en números rojos, intenta escribir en vano el libro que debe a sus editores.
Mientras disfruta de sus paseos peripatéticos por las elegantes calles de su barrio, Leblon, o visita la favela vecina de Viridal, recorremos un Río de Janeiro que, de una forma cada vez más patente, se doblega y sangra bajo el látigo de la injusticia social y económica: un músico negro acribillado por la policía, un decreto que flexibiliza el uso de armas de fuego, una manifestación reprimida violentamente o lujosas fiestas de la nueva casta política inundan los periódicos: el enloquecido Brasil de Bolsonaro.
A su vez, su novela anterior, El hermano alemán, transcurre en Sao Paulo durante la dictadura mientras Chico Buarque hace sonar en sus páginas fragmentos y canciones de El ángel azul, ese filme de Josef von Stemberg de 1930 a partir del texto El profesor Unrat, de Heinrich Mann, con Marlene Dietrich en el trono de un cabaret.
Las características formales, las audacias entre ficción y realidad, entre lo vivido y lo imaginado, lo anhelado, lo deseado y la realidad real, hace de esa obra maestra un roman à clef con todas las de la ley.
Hay un libro todavía más reciente de Chico Buarque, se titula Anos de chumbo e outros contos, de 2021, donde reúne su trabajo narrativo en textos breves, así como tres años antes, en 2018, dio a conocer glorioso volumen: Tantas palavras, que reúne la totalidad de las canciones que ha escrito Chico Buarque desde 1964.
Su disco reciente, Caravanas, es una caricia, un soplo con tu nombre, el color rosado en tus mejillas en el momento del amor.
La bossa nova lo perfuma, el violão lo solivianta, el bolero lo acaricia, el vals sobre las baldosas de París lo contonean, la samba lo encandila. La voz y la guitarra de Francisco de Holanda bastan para el vasto vellocino de oro en que convierte nueve navíos natos, nítidos, netos nacidos en altamar. Nueve piezas magistrales, disco colosal.
Sonrisas en Río, se podría llamar también este, el nuevo disco de Francisco Buarque grabado en Río de Janeiro con un piano, un violonchelo, un contrabajo y una orquesta de cámara con el gozo del lenguaje.
En los altavoces, el violão, la bruma, las bromas, los navíos, el gozo, la alegría, la libertad, la lujuriosa manera de contar historias riendo, desde Río de Janeiro, en una caravana que reúne, como lo hizo con su canción clásica, La banda, con la cual despertó a los adormilados, puso a bailar a los tristes, hizo soñar a los insomnes, volvió poderosos a los humildes y puso alas en los pies de todos, así ahora nos suma a su caravana de amor, conscientes todos de la máxima escrita por Chico Buarque en esa canción que indica: se todo mundo sambasse seria tão fácil viver. Si todo mundo sambara, sería más fácil vivir.
Y por estas y otras muchas más razones, Chico Buarque de Holanda merece el Premio Nobel de Literatura. Tienen la palabra las damas y los caballeros integrantes todos del jurado de la Academia Sueca. Celebraremos.