Guanajuato, Gto., Un grupo de mujeres recorre bares y plazas de esta ciudad con pancartas que dicen: “Sin silbidos”, “Sin miradas ofensivas”, “Sin comentarios sexuales”, “Queremos vivir libres y seguras”, “Sin piropos”.
De repente, un oficial de la policía estatal se les acerca para preguntarles a qué movimiento social pertenecen y más detalles acerca de “su protesta”.
Las mujeres ríen y responden al afligido guardián del orden: “Se trata de una campaña para promover espacios libres de acoso y violencia, compañero, somos del Instituto para las Mujeres Guanajuatenses”.
Sonrojado, el policía se disculpa y les deja el paso franco para que las chicas continúen su recorrido, que es bienvenido con sonrisas cómplices de las visitantes que en mareas cada vez más intensas llegan a la capital cervantina de América.
Durante el primer fin de semana de actividades del Festival Internacional Cervantino (FIC), en su edición de oro, las autoridades de seguridad pública reportaron una asistencia de 100 mil personas. Con esas cifras los pronósticos del sector turístico son alentadores, pues hay 46 por ciento de ocupación hotelera.
De aquí al 30 de octubre, cuando concluya el encuentro, esperan un total de 400 mil personas a los diversos espectáculos, que tendrían que dejar una derrama económica para la ciudad de al menos 495 millones de pesos, informó de manera preliminar el Observatorio Turístico del estado de Guanajuato. Nada mal para todos aquellos prestadores de servicios turísticos que fueron duramente golpeados por las medidas sanitarias que se tomaron para enfrentar la pandemia de covid-19 en 2020 y 2021.
Por eso, muchos trabajadores de restaurantes y hoteles no tienen en mente asistir a alguno de los espectáculos que ofrece el FIC, pues laboran de sol a sol, arduamente.
Más vigilancia en Cuévano
“¿Ir a la ópera o al danzón? ¿A qué hora, si debo estar aquí toda la tarde? Termino mi turno a las 9 de la noche, y todavía tengo que caminar a mi casa media hora, porque en estos días no hay otra forma de salir del centro. Vivo en la periferia y mejor me apuro a llegar temprano, pues la noche es traicionera”, dice el recepcionista de un hostal. Su opinión la comparte una joven recamarera, quien agrega que termina tan cansada de sus labores que ni ganas de ir a cantar con Café Tacvba a la Alhóndiga, aun cuando es su banda favorita: “Mejor me voy a mi casa a dormir”.
Desde el viernes por la tarde la vigilancia en Cuévano se incrementó un poco más. Hay rondines sobre todo al anochecer cerca de teatros, plazas y bares. Llama la atención que no se les ve con recelo, como algunos asiduos asistentes al Cervantino recuerdan que sucedía en otros años, al contrario.
Justo frente a la basílica de Nuestra Señora de Guanajuato hay un comando de seguridad pública (varios oficiales, una patrulla, un jeep todoterreno, dos ambulancias). Los paseantes primero los miran extrañados, pero luego un policía invita “¿Quieren foto con nosotros? Adelante, se pueden subir a la patrulla y ponerse la gorra”.
No le dicen dos veces a los padres con hijos pequeños. Los niños encantados, al igual que todos aquellos que juegan a ser guardianes del orden para subir la foto al feis.
Las chicas del Instituto para las Mujeres Guanajuatenses también tienen mucho éxito en las peticiones para selfis. Cuentan que se capacitó a meseros, taxistas, guías de turistas y encargados de estacionamientos para cooperar en la prevención del acoso y la violencia contra las mujeres.
“Los jóvenes han sido más receptivos a esta campaña. Los señores mayores son un poco más reacios, no entienden que un piropo puede ser también una ofensa; todavía nos preguntan: ‘¿pero qué tiene? Es un halago’.
“Además de un par de módulos para recibir denuncias, estamos difundiendo que las mujeres que necesiten apoyo llamen al 075 para ser atendidas”, explicó a La Jornada Nelly Orozco, coordinadora de comunicación social del instituto.
Con información de La Jornada