Demonizado y menospreciado por muchos, pero con interés y aprecio de otros sectores, las religiones afroamericanas han empezado a salir del «umbral» de la clandestinidad para se seguidas plenamente como un culto que inició principalmente por los descendientes de los primeros esclavos africanos que llegaron a América Latina.
Aunque en gran parte de América Latina —entre ellos México— existen comunidades creyentes de estas religiones, es común asociarlo a Cuba debido al misticismo y los rudimentarios rituales que ha envuelto este tipo de cultos que suelen ser polémicos por el uso de animales y restos humanos.
Así como los japoneses mezclaron el budismo con el sintoísmo, en Cuba está generalizado un sincretismo entre la religión católica y las afroamericanas, que no solamente es la santería. ¿Cómo llegaron a venerar a la Virgen de la Regla y a Yemayá, la diosa de los mares, al mismo tiempo?
Elegguá viajando en barco desde África
Dentro del primer viaje de Cristóbal Colón en 1492, además de llegar a la isla de La Española —hoy República Dominicana y Haití— tres naves españolas de La Pinta, La Niña y la Santa María, desembarcaron en Bariay, al sur de la actual Cuba, que estaba habitado por los indígenas taínos.
Sería hasta 1511 en que el conquistador Diego Velázquez empezó a construir los primeros asentamientos en Cuba —y el cual sería designado por la Corona Española como gobernador—, siendo el primero la localidad de Baracoa, igualmente en el sur de la isla.
Con la eventual conquista de Cuba, los taínos —como el resto de los indígenas en todo el continente americano— terminaron siendo la mano de obra para la explotación de recursos naturales. Su explotación y eventual exposición a enfermedades que eran desconocidas para ellos, generó una crisis demográfica y llevó la necesidad de comprar a Portugal esclavos africanos para cubrir la mano de obra.
Muchos de ellos provenían de la región de Guinea —actualmente Nigeria, Togo y Benín, que en ese momento controlaba Portugal, aunque también había gente del Congo— y practicaban las religiones de su pueblos, en el que se basaba un culto politeísta donde hay un Dios todopoderoso y otras divinidades vinculadas a los objetos cercanos al hombre.
En el caso de los santeros, el máximo dios es Olodumare y los principales orishas —divinidades de cabecera— son Obbatalá (Sabiduría, los sueños y pensamientos / Vírgen de las Mercedes), Oshún (Amor, fertilidad y de las aguas dulces / Vírgen de la Caridad del Cobre), Changó (Fuerza, los truenos y rayos / Santa Bárbara), Yemayá (Protección, las aguas del oceáno / Vírgen de la Regla) y Oyá (Muerte, los vientos fueres / Vírgen de la Candelaria). En las otras ramas, como el Ifá y el Palo Mayombe, son los mismo dioses, pero con otros nombres.
Este tipo de religiones eran practicadas hasta las actuales Camerún y el Congo, aunque con sus respectivas variantes y nombrando a sus dioses de acuerdo a su lengua nativa. Se estima que hasta entre 700 mil y un millón de esclavos llegaron hacia Cuba hasta el siglo XIX, en que gran parte eran de la tribu yoruba.
Muchos de estos esclavos llegaron a países como Brasil, Venezuela, Colombia, Panama, República Dominicana y Puerto Rico. En Cuba, dejaron de llegar esclavos hasta 1880 debido a que siguió permaneciendo como una colonia española, junto a Filipinas.
Tanto los españoles como los portugueses buscaron evangelizar a los esclavos de la misma forma que hicieron con los indígenas, pero varios esclavos se negaban a creer en Jesucristo y querían conservar sus religiones, mismas que fueron calificadas como «paganas» por la Iglesia Católica.
La religión yoruba estaba completamente prohibida y se practicaba plenamente en la clandestinidad, tanto por los esclavos que llegaron como sus descendientes. Con lo que la religión yoruba pudo prevaleció haciendo adaptaciones de los ritos con recursos que se encontraban en la isla.
Para evitar que los españoles destruyeran todos sus amuletos, empezaron a practicar un sincretismo en que vincularon a sus orishas con las vírgenes y santos católicos, ya fuera por su color o asociado a un objeto o un milagro que les habría concedido. Esto derivó a que se veneraba a Virgen de la Caridad del Cobre a la vista, pero de trasfondo a Oshún, la reina de las aguas dulces y la diosa del amor y la fertilidad.