Ángeles González Ceballos
Xalapa, Ver.
Si bien los seres humanos estamos acostumbrados a la justicia humana, esto sólo hace que ante las injusticias, la violencia, el odio y los crímenes, los corazones guarden un sentimiento de venganza.
Sin embargo, ante situaciones en las que, por ejemplo, una madre que ha perdido a su hijo por una injusticia, lo que se debe hacer es ver a la Virgen María, que perdió a su amado hijo a los 33 años.
Así lo refirió el arzobispo de Xalapa, Jorge Carlos Patrón Wong, quien habló acerca de una madre, como muchas que han perdido a sus hijos y que los han encontrado muertos por una injusticia y que a partir de ese momento su vida es un «infierno».
«Porque todo el tiempo están recordando a su hijo muerto, que se lo han arrebatado y crece en el corazón de una mamá, que únicamente está llamado a amar, empieza a crecer un rencor, un odio muy fuerte, un deseo de sangre y venganza muy fuerte.
Yo recuerdo a esa mamá que le encomendé rezar, contemplar a María frente a la cruz, después me dijo: María me ha enseñado a perdonar, y a partir de entonces esta mujer se ha dedicado a consolar, a abrazar, a enseñar a perdonar a tantos papás y mamás que han sufrido una injusticia, la más fuerte que puede recibir un papá y una mamá, la vida de su hija o hijo inocentes», expresó.
Por eso, dijo el Arzobispo, cuando no se pueda, el único recurso es orar.
Ahí parafraseó a San Agustín quien dijo: «señor dame lo que me pides y pídeme lo que tú quieras».
Añadió que cuando Dios pide algo es que ya dio esa posibilidad y esa posibilidad es que desde bebés se recibe al Espíritu Santo que es la fuerza misma del amor y del perdón y, lo único que hay que hacer es orar al Señor para activar en el corazón el poder del amor y del perdón de la misericordia.
Ante María que ha sufrido todo lo que hicieron a su hijo y que aún sigue sufriendo por lo que sufrimos los hijos; hay que pedirle que seamos movidos por el Espíritu Santo para que como ella, por ninguna razón nos alejemos de Dios y por ningún motivo permitamos que el espíritu del mal, del odio, la violencia o el rencor, arrebate nuestro corazón que es únicamente de Dios.
Afirmó que en la vida hay momentos muy difíciles, muy duros muy inesperados, uno de ellos es cuando los amigos nos traicionan, cuando familiares nos hacen un mal, cuando hacemos el bien y nos responden con el mal.
Asimismo, cuando somos buenos y justos y nos responden con injusticias.
«Todos tenemos esas experiencias y a veces sentimos que esas experiencias se multiplican no disminuyen», abundó.