La fiesta Noche negra, en el Salón Los Ángeles, rendirá hoy a las 20 horas tributo a dos figuras destacadas de la música tropical: Celso Piña y Gabriel Dueñez. Participan en este artículo centrado en la relevancia de Sonido Dueñez tres de los encargados de poner música a la velada: Joyce, alias Sonidero Powercumbiero, investigadora de la cultura sonidera; Toy Payoh, ex integrante de un nombre importante en el hip-hop mexa: Control Machete; y Gaby Dueñez, hija de Gabriel, referente de las rebajadas en México, además dio su testimonio Jorge González, integrante del colectivo Sabotage, quien junto con la hija de Gabriel, se encarga de digitalizar y preservar el archivo musical y visual de la familia Dueñez.
“Cumbia/ Cumbia/ Cuuuuumbia”, en la tercera repetición se ejecuta la magia operada por Sonido Dueñez, la dislocación temporal. El paralelo más directo podría ser: las rebajadas son a la música tropical lo que el dub es al reggae, manipulando el tiempo/pitch para crear versiones nuevas, sin abandonar la sala de baile. Por otro lado, de las voces graves que otorgan las rebajadas surge la comparación con un vecino hip-hopero: 730 kilómetros separan a Monterrey de Houston, donde DJ Screw perfeccionó su método de corte y pega a comienzos de los noventa, transformando hits ochenteros en cadencias ultra lentas, la banda de sonido de una fiesta ligeramente fuera de control. Un comparativo que no distinga entre los experimentadores lindantes con lo académico y las vanguardias barriales incluiría a las rebajadas, y subsecuentemente a Dueñez, en una línea temporal que abarca la escucha profunda de Pauline Oliveros, el turntablismo radical de Christian Marclay y cualquier movimiento conceptual capaz de producir su propio texto. Claro que no hay un manifiesto que explique a Dueñez, pero en su lugar están sus compilados subidos a YouTube por Sabotage Media, en los que cada canción es una prueba de porqué Monterrey fue conocida como la Colombia regia.
Iniciar el trabajo
Jorge: iniciamos la digitalización justo antes de un viaje a California, mediante una invitación del sello Rolas. Lo hicimos porque estaban lanzando discos y en ese momento don Gabriel abrió la compuerta de todo ese material, más de 10 cajas de casetes y cedés, de rebajadas y saludos. Don Gabriel los vendía en el tianguis Puente del papa, donde nació este gusto por las rebajadas en este formato. Dentro de esas cajas vimos que Don Gabriel guardaba un libro con todas las compilaciones, donde menciona cada uno de estos casetes.
Lo que presentarán en el salón
Gaby: tocaré música de Alfredo Gutiérrez, todo lo que movemos en la cumbia en Monterrey, lo más movidón, aunque claro que la rebajada es parte de mi legado, y pues también Lizandro Meza, Súper Grupo, Liborio Reyes, mi padrino… Todo eso es lo que me gusta tocar, eso que los sonideros me han cultivado, con eso crecimos y me sé las canciones, las escuchaba en la cuna, ahí tengo fotos de mi papá enseñándome cómo poner los discos, ahora me aventé y ya sigo con el legado.
Toy: voy a presentar un material con una combinación de éxitos que llevarán a la audiencia hacia la Colombia regia, distintos géneros, algunas cosas que complementen una línea de tiempo, de lo que ha sido andar en la búsqueda de discos desde mediados de los ochenta.
Compilados y rebajadas
Jorge: La relación entre la Ciudad de México y Monterrey existe primero por los discos que llegaron por discos Fuentes y se distribuyeron por medio del sello Peerless como concesionaria de México, las dos ciudades compartieron compilaciones, se hicieron para ambas, en Monterrey gracias a Gabino Hernández, con Víctor Nani de conexión entre ellos. También tenemos entendido que se desarrollaron historias paralelas y distintas: en la Ciudad de México salsa y guaracha, y en Monterrey el vallenato. Desde Sabotaje y Sonido Dueñez no entramos en polémicas, sabemos que llegaron los discos a la Ciudad de México, y las rebajadas tenemos entendido que se inventaron en ésta, pero el nombre de las rebajadas se inventó aquí en Monterrey: así le puso la familia Dueñez, desde la primera hasta la ciento y pico.
Dueñez con Piña
Gaby: se llevaban de maravilla y la amistad perduró muchos años. Yo lo conocí cuando estaba chiquitita, fue mi padrino de 15 años, venía a casa a grabar con mi papá. Cuando tenía 12, mi papá le dijo si podía tocar en mi fiesta y Celso respodió: “Sí, compadre, yo vengo.” Vino y tocó en la calle. Ellos se querían demasiado y mi papá lo llevó a grabar su primer sencillo.
Jorge: Ese primer sencillo se llama La Amanda.
Gaby: Luego, como Celso viajaba mucho, dejamos de verlo un tiempo. Se rencontraron cuando le hicieron un homenaje a mi papá en el Café Iguana y le dio un reconocimiento por su trayectoria.
Escuchas de música tropical
Gaby: Muchas de las canciones que ahora son clásicas, la de El trenecito, Lucerito, no se escuchaban mucho, no tanto como la música más antigua. Ahora todos los sonideros traen lo mismo, pero papá tocaba Mi tinajita, Como el viento, que eran más de orquesta. A los 10 años me dejó manejar el sonido, antes me daba discos de Parchis, de Menudo, para practicar en mi tocadiscos.
¿Revalorización de la cultura sonidera?
Jorge: El sonidero siempre ha estado vigente, en la que los grupos homenajean esas canciones, pero en los pasados 20 años se ha dado un fenómeno, en el cual los nietos escuchan la música de sus abuelos. Don Gabriel me ha contado que de varias familias sonideras han salido grupos. Sí, ha resurgido, pero siempre ha estado vigente en los barrios.
Un templo llamado Los Ángeles
Toy: El salón Los Ángeles es un templo, que desde los treinta ha congregado al público que gusta de la música tropical. Es un santuario del sabor, en la colonia Guerrero, y tocar ahí es un recordatorio de todo lo que ha sido este paso de colegas, discos y también una audiencia que ha bailado música tropical, desde el danzón. Volver allí es como ir a la escuela a vibrar con los espíritus de la historia del baile en México.
Joyce: La importancia del salón dentro de la cultura, más allá de la sonidera, viene desde la época dorada de pachucos y rumberas; es un pilar de esta gran cultura tropical.
Dueñez es Dueñez
Toy: Soy fan desde 1992/93. El estilo de Dueñez es el fundamento de cómo aprendimos a escuchar, interpretar, bailar y acumular música colombiana; es el comienzo, la apropiación clara que tuvo Monterrey hacia el sonido de la cumbia, con una velocidad, con una cadencia y una textura recontextualizada en el polvo, oxígeno y flow de Monterrey.
Joyce: Mi experiencia trabajando con Sonido Dueñez en un mismo escenario es una de las cosas que más me han marcado, ya que representa inspiración y sabiduría con su estilo propio. Su importancia dentro del ambiente sonidero es tal que fue bautizado con el tan merecido apodo de Sonidero Nacional. Dueñez es Dueñez.