En el corazón de la majestuosa Pirámide de Cholula, el mayor basamento piramidal del mundo, un tesoro arqueológico de casi mil años de antigüedad fue desvelado este Día de Muertos. Se trata del «Altar de los cráneos esculpidos», una tumba ancestral que alberga los restos de una pareja indígena. Este sitio, descubierto en los años 30 por dedicados arqueólogos, normalmente se encuentra restringido al acceso, pero por la trascendencia del Día de Muertos, se abrió sus puertas.
Ubicado en el municipio de San Pedro Cholula, Puebla, este complejo arqueológico se vistió con una ofrenda prehispánica. Entre los alimentos, se dispusieron elaboraciones ancestrales a base de maíz, semillas y pan de sal, así como inciensos. Flores de cempasúchil rodearon el lugar, según la creencia mexicana, para guiar el alma de los enterrados.
Platillos como el chiktok, compuesto de semillas y nopales, los nacatltlale o tamales de carne, las verdolagas itzmi y el tzoalli, antigua mezcla de semillas y sangre, rememoraron los sabores de tiempos ancestrales.
Este recinto, conocido como el «templo miniatura», resguarda a dos esqueletos en posición flexionada, cubiertos de barro y estuco en un momoxgli, especie de altar bajo. Uno de los esqueletos es de una mujer, acompañada de ofrendas como comales, ollas, y herramientas para hilar. El otro, el de un hombre, se presenta junto a vasijas, puntas de flecha, y otros objetos rituales.
La interpretación de los expertos sugiere que estos restos podrían pertenecer a una pareja sentimental, cuya unión se basaba en una profunda dualidad y equilibrio mutuo. Estos hallazgos, que datan de los siglos X y XI, arrojan luz sobre la rica historia y cosmovisión de las culturas prehispánicas.
La apertura excepcional de este sitio, lograda gracias a gestiones del Consejo Nacional de los Pueblos Originarios y empleados del INAH, busca compartir con el público en general un pedazo significativo de este patrimonio arqueológico, profundizando en la riqueza cultural de la región.