Una de las grandes preocupaciones del ser humano siempre han sido los problemas de pareja. No existe una formula ideal para el amor. Cada relación, igual que cada individuo, es un mundo y hay numerosas maneras de ser feliz en pareja. Nadie ha de decirte cómo se ha de vivir la sexualidad o las interacciones afectivas. Lo que sí sabemos es lo que no es saludable; qué cosas no debemos permitir o cuando hemos de plantearnos si querer a nuestra pareja no es suficiente para seguir juntos.
Compartimos con vosotros/as algunos aspectos fundamentales que no debemos olvidar a la hora de vincularnos afectivamente:
1. Idealizar es peligroso
El amor puede ser para toda la vida, pero no el enamoramiento. El enamoramiento es un ‘engaño’ necesario. En un primer momento es fundamental idealizar al otro, ver solo lo maravilloso que tiene. Solo cuando cae este estado, es cuando podemos saber verdaderamente si amamos de manera saludable a la persona que está a nuestro lado.
El ser humano tiene un anhelo de completud, de sentirse pleno; por eso, en ocasiones, busca en el otro a alguien que subsane sus carencias. «Es mi media naranja». «Soy todo para él/ella».
Amar, en cambio, es aceptar las diferencias. Tendemos a querer que el otro sea como nosotros/as, cambiarle hasta que se adapte a lo que consideramos nuestro ideal; ésto no suele acabar bien.
2. Tú, yo y nosotros/as
Es normal y deseable querer compartir con tu pareja; crecer juntos y tener un proyecto en común, aunque sea a corto plazo. Pero una pareja sana es la que te permitirá ser independiente, mantener a tus amigos aunque a él/ella no le gusten. Poder comunicarse y tener opiniones diferentes sobre lo que le llena a cada uno y en qué invertir el ocio. No siempre vamos a coincidir en todo y eso, incluso, es enriquecedor.
El problema empieza cuando sientes que tu pareja impide tu autorrealización; dejas de hacer cosas que antes hacías por estar con él/ella, esperas que te acompañe a donde tú quieres ir sino abandonas esa idea, etc.
Cuidado con los amores simbióticos, donde se crea un vínculo en el que nadie o nada más tiene cabida, fusionándote con el otro y perdiendo tu esencia.
«Defiende tu identidad, ama con pasión, pero no entregues tu soberanía». Son algunos consejos para tener una relación sana en pareja.
3. Amar es arriesgar
Ni en el amor ni en la vida hay certezas absolutas ni finales perfectos. Amar es arriesgarse a que nos rompan el corazón. Por eso muchas personas se cierran a las relaciones o huyen en cuanto empiezan a volverse demasiado íntimas, pues eso les hace sentir demasiado vulnerables y activa su temor al abandono.
La clave para vivir nuestras relaciones de amor de forma valiente y plena consiste en aceptar el riesgo que supone entregarse a una relación y no estar pensando en un futuro eterno, sino un bienestar del ahora.
4. Enfadarse es necesario
Muchas personas evitan los conflictos. Con tal de no discutir son capaces de callarse todo y ceder constantemente a las peticiones del otro. Ser feliz en pareja no implica complementarse siempre y no tener roces. Lo que más daño hace a una relación no son las discusiones o enfados, sino qué pasa después.
Los estudios dicen que la forma en que resolvemos los conflictos es lo que diferencia a una pareja sana de una disfuncional. Hay personas que creen firmemente que lo mejor después de un enfado es no volver a hablar de ello, “para no reavivar el conflicto”; que lo mejor es volver a estar como antes y hacer como si nada hubiera pasado. Esto es un gran error que deja huella a largo plazo. Lo más adecuado después de un enfado es dejar un tiempo para que la emoción baje y estemos más tranquilos. Después es el momento de “reparar el daño”: si me he pasado en lo que he dicho, mi tono de voz ha sido inadecuado, no he dejado hablar al otro… Lo importante es reconocerlo y responsabilizarme de mi conducta.
«…y es que el amor no necesita ser entendido, simplemente necesita ser demostrado». Paulo Coelho.