(Máscaras elementos míticos)
ELEMENTOS MÍSTICOS DE NUESTRA CULTURA: LAS MÁSCARAS MEXICANAS Y SUS SIMBOLISMOS VELADOS
Las máscaras, los rostros falsos u ornamentos que distorsionan el rostro, surgieron a partir de que el hombre se hizo autoconsciente de sí mismo. Una alegoría preciosa sobre ellas la encontramos en la Grecia antigua, en sus fiestas dionisiacas o ritos desde donde surgieron las artes dramáticas. Se dice que a través de la mimesis, o representación de un personaje detrás de una máscara metafórica, se hacían vivos sus mitos, sus dioses y con ello sus virtudes de las que el hombre podía empaparse.
En México las máscaras se han utilizado fundamentalmente para diversos bailes o ceremonias tradicionales. Fueron un elemento fundamental en la representación de la naturaleza, o de seres fantásticos que asimilan un híbrido de animales que representaban divinidades. El mismo Quetzalcoatl, serpiente emplumada, es un ejemplo maravilloso.
Las máscaras rituales revelan el interior místico de quien las porta.
Algunos piensan que sirven para canalizar poderes divinos o abrir una suerte de umbral entre este y otros mundos. Combinadas con las danzas sagradas adquieren un poder muy particular. Por eso nunca faltan las máscaras en las fiestas tradicionales mexicanas.
Y como tenemos tantas máscaras como rituales, nuestro territorio podría presumir miles de caras. Algunas inmensamente grotescas, evocan nuestro lado más oscuro y diabólico; otras tratan de parodiar (a veces con cariño, a veces con franqueza) a un enemigo o sujeto extraño.
Sin duda, las máscaras son uno de los objetos artesanales más vibrantes e interesantes. Cada una tiene una historia particular y ha sido construida con materiales típicos de la tierra que le da origen. Tal vez por eso las máscaras ceremoniales han fascinado tanto a la fotógrafa Phyllis Galembo, quien por más de 30 años se ha encargado de coleccionar, fotografiar e investigar máscaras de todo el mundo.
En su libro “Mexico Masks/Rituals” presenta algunas imágenes muy especiales de las máscaras que exhiben lo más profundo de nuestro intrincado tejido cultural. Además, trata de explicar los mensajes políticos, culturales, religiosos y sociales impresos en ellas.
Su propósito es, ante todo, “mirar al mundo con buenos ojos”, hacer que sus lectores y espectadores entiendan el enorme “sentido de comunidad, creatividad, generosidad y apertura de espíritu” que envuelve a la fiesta mexicana.
Para muchos es claro que nuestras fiestas tradicionales se tratan, en primer lugar, de reforzar lo comunitario; por eso no es raro que nos encante compartirlas con todo el mundo y que la comida y bebida fluyan incesantes en las casas y las calles de los barrios.
La manera tan abierta y grandilocuente con la que los mexicanos abordamos lo divino es, definitivamente, uno de nuestros rasgos más nobles.