
Un hallazgo arqueológico revoluciona las excavaciones, desvelando secretos de uno de los períodos más importantes de la historia de España.
La reciente campaña de investigación en el yacimiento cántabro de La Garma ha permitido la localización de nuevos depósitos funerarios de la época visigoda. Este descubrimiento se suma a los anteriores, consolidando a esta excavación como un elemento clave para el estudio de dicho periodo en España.
El director de las excavaciones, Pablo Arias, destacó en una rueda de prensa que La Garma se ha convertido en un referente en el estudio del periodo visigodo en España. En esta ocasión, estuvo acompañado por el director del Museo de Arqueología y Prehistoria de Cantabria (Mupac), Roberto Ontañón y la directora general de Cultura del Gobierno de Cantabria, Eva Guillermina Fernández.
Los restos humanos y los objetos asociados a ellos han sido datados en torno al año 700, según los investigadores de La Garma. En esta última campaña, se han localizado huesos de quince individuos, sumándose a los veinte restos hallados en las dos campañas anteriores.
Arias explicó que los hallazgos se han producido en la galería basal de La Garma, un sistema de cuevas que se extiende en el interior del monte homónimo, con yacimientos arqueológicos que abarcan desde los 400,000 años antes de Cristo hasta el siglo XIII.
La galería basal sigue el curso del arroyo que la atraviesa, donde se han encontrado los restos humanos desordenados de, según se estima, unos quince individuos, aunque este dato aún está pendiente de confirmación en las investigaciones futuras.
«La cronología es cercana al Beato de Liébana», ha enfatizado Roberto Ontañón, quien ha señalado que se trataba de una población cristianizada. Sin embargo, persiste el enigma de por qué enterraban a sus muertos en lo profundo de una cueva, cuando lo habitual en la época visigoda era hacerlo junto a las iglesias.
Se han encontrado diversos objetos asociados a los rituales funerarios de la comunidad que habitaba la región, tales como restos de espadas y pucheros. No obstante, destaca especialmente un broche de cinturón damasquinado que presenta simbología cristiana, en el que se encuentra inscrita la palabra «VITA».
Este broche establece un vínculo entre la población visigoda y el contexto cristiano, desafiando la percepción de una Cantabria «aislada» y «pagana» en el siglo VIII, según ha señalado Arias.