Carlos Hugo Hermida Rosales/Redacción JarochosEnLinea
El Día de Muertos es una festividad de origen prehispánico, en la cual el pueblo celebra y honra a sus familiares fallecidos mediante la colocación de altares u ofrendas sobre sus tumbas o en las casas, según la región del país en la que se encuentren.
Las ofrendas se adornan con diversos elementos como imágenes de santos, veladoras, flor de cempasúchil, incienso, copal y sobre todo fotografías y comida preferida de la persona a quien se dedica el altar.
Otras actividades que se llevan a cabo en esta celebración, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés), son danzas y cánticos en los que se representa el ciclo de la vida y la muerte, visitas a los cementerios para arreglar los sepulcros, e incluso la redacción de “calaveras literarias”, versos escritos de manera satírica en los que se hace referencia a una cualidad o defecto de un personaje, o se reflejan acontecimientos de interés general.
El Día de Muertos es una tradición que refleja la idiosincrasia del mexicano, quien tiene espíritu festivo por naturaleza, hecho que Octavio Paz refleja muy bien dentro de su ensayo “Todos Santos, Día de Muertos”: “En pocos lugares del mundo se puede vivir un espectáculo parecido al de las grandes fiestas religiosas de México, con sus colores violentos, agrios y puros y sus danzas, ceremonias, fuegos de artificio, trajes insólitos y la inagotable cascada de sorpresas de los frutos, dulces y objetos que se venden esos días en plazas y mercados”.
Tradiciones indígena y española
Lourdes Aquino Rodríguez, académica del Instituto de Antropología, explicó que el Día de Muertos tiene sus orígenes muchos años antes de que los españoles llegaran al país, ya que de los 18 meses del calendario mexica, al menos seis contenían festejos dedicados a rendir culto a los difuntos.
Por otra parte, los españoles ya conmemoraban en su país a los muertos. Los días 1 y 2 de noviembre, en las regiones de Castilla la Vieja y Aragón, festejaban a los fieles difuntos, quienes según la tradición llegaban esos días por lo cual les hacían fiesta, preparaban sus camas, les horneaban pan, ofrendaban vino, arreglaban sus tumbas y hacían repicar las campanas de la iglesia.
Posteriormente, ambas festividades se encontraron en Mesoamérica, las cuales coincidieron en fechas y las tradiciones se mezclaron. Así nació el Día de Muertos que celebramos los mexicanos.
Celebración que aviva a Veracruz
En la entidad, esta festividad congrega una gran cantidad de manifestaciones culturales y la forma de celebrarla varía de un lugar a otro.
En Tempoal, localizado en la región Huasteca, se festeja el Xantolo, en donde decenas de pobladores disfrazados de calaveras y con vestimentas de diferentes oficios llevan a cabo “La viejada”, baile en que representan el regreso de los muertos que vienen a visitar a sus familiares.
En Naolinco, ubicado a 26 kilómetros de Xalapa, la noche del 1 de noviembre se celebra “La cantada”, tradición en la que habitantes locales y visitantes recorren las casas y entonan salmos ante los altares de muertos; en retribución, los anfitriones premian a los cantores con tamales y ponche de frutas, y en ocasiones con vino de uva silvestre que crece en la región.
San Pablo Coapan es una pequeña localidad perteneciente también al municipio de Naolinco, tiene alrededor de mil 600 habitantes que se dedican a la agricultura y a la ganadería, aunque también obtienen ingresos de la producción de pan.
Sus altares se caracterizan por su “cañón de plátano”, el cual consiste en el tronco de este árbol colocado horizontalmente, sobre el que se insertan grandes cirios de cera de abeja que a veces rebasan el metro de altura.
Impacto social y comercial
Los mercados mexicanos también contribuyen a que esta tradición prevalezca. En el caso de Xalapa, el Mercado Jáuregui es el lugar por excelencia que congrega los productos y alimentos alusivos a esta festividad.
Norma Romero González comercializa desde hace 20 años calaveritas de azúcar y chocolate, así como dulce de jamoncillo, los cuales son fabricados a partir de semilla de calabaza.
Rocío Díaz Martínez vende canastas de papel picado, las cuales construye con cartón y papel china; explicó que éstas se usan para llenarlas de dulces y colocarlas en el altar, y que los clientes las comienzan a pedir desde que inicia octubre.
Rodeado de ramos de flor de cempasúchil, José Adrián Sánchez Fernández relató que desde hace 58 años vende flores en el Mercado Jáuregui, pues comenzó ayudando a sus papás en esta actividad.
Tradición internacional
El Día de Muertos es una festividad que ha dado la vuelta al mundo y se ha instaurado en el gusto de los habitantes de diversos países; en la actualidad es común ver muestras de altares de muertos en ciudades como Nueva York, París, Vancouver y Londres, e incluso en países con culturas no occidentales como China y Japón.
Incluso este año la compañía de entretenimiento infantil Walt Disney estrenó en cartelera la película Cocó, cuya trama gira en torno a Miguel, un niño mexicano de 12 años quien vive en un pueblo en el que se festeja en grande esta fecha.
Sin duda, la fortaleza del Día de Muertos radica en que es una tradición que une a amigos, familiares e incluso a comunidades enteras, pues se recuerda a quienes ya fallecieron no con el dolor característico del luto, sino con gozo y alegría.
Texto de UNIVERSO, de la Universidad Veracruzana