
Tres Valles, Ver.- Las lluvias reactivan el palpitar de la Cuenca del Papaloapan; con cada temporal, el verdor se expande y la humedad fortalece los suelos, esenciales para el crecimiento vigoroso de la caña de azúcar, que es motor económico y cultural de la región. No obstante, este mismo clima húmedo obliga a productores a extremar cuidados, aplicando fertilizantes en el momento justo y previniendo plagas y enfermedades que amenazan los cultivos.
En este mosaico fértil, hacia las partes altas rumbo a Oaxaca florecen los platanales, mientras que en los Llanos del Sotavento se multiplican plantíos de maíz y piña, cultivos que consolidan la diversidad agrícola y abonan al objetivo de la autosuficiencia alimentaria. Junto a ellos, los pastizales naturales, de potrero o de vega cultivada sostienen la ganadería, reflejando el complementó del campo cuenqueño en sus distintas vocaciones productivas.
El agua es vida y también oportunidad; así lo entienden los pescadores, quienes al caer la lluvia alistan sus aparejos y se lanzan en lanchas sobre el Papaloapan, el Tesechoacán y otros afluentes, en busca de los cardúmenes que emergen con los aguaceros. Esta interacción entre agricultura, ganadería y pesca hace de la cuenca un espacio de riqueza integral, donde la naturaleza y el esfuerzo humano confluyen en un equilibrio vital.