Una vez más, estalla un conflicto en una región marcada por la violencia crónica: Israel y un grupo islamista operando en territorio palestino, específicamente en Gaza. El estallido de este nuevo conflicto, ocurrido el sábado, ha demostrado niveles de violencia inusuales incluso para los estándares de esta larga y problemática confrontación histórica. La cobertura global de este evento ha acaparado la atención del mundo, que, agotado por los conflictos en curso en lugares como Ucrania, ahora se ve enfrentado a otra guerra de alcance incierto.
Durante las últimas 48 horas, Hamas lanzó un brutal ataque aéreo y terrestre, empleando miles de cohetes y grupos armados que atacaron el sur de Israel, resultando en la pérdida de vidas y secuestros de cientos de civiles y militares israelíes. Israel respondió declarando estado de guerra y llevando a cabo bombardeos en Gaza, con un alto costo en vidas palestinas. A pesar de que las Fuerzas Armadas de Israel afirmaron haber recuperado el control de las comunidades israelíes cercanas a Gaza que fueron atacadas, el primer ministro Benjamin Netanyahu anticipó que la guerra será «larga y difícil», y esto podría indicar una nueva fase del conflicto.
El ministro de Defensa de Israel, Yoav Gallant, anunció que Gaza estará completamente sitiada y que están luchando contra lo que él llamó «bárbaros», prometiendo una respuesta acorde. Aunque la confusión de la guerra aún prevalece, es relevante preguntarse por qué ha vuelto la guerra entre Israel y Hamas.
Un vistazo a los antecedentes revela que el conflicto entre israelíes y palestinos tiene raíces profundas que se remontan a la independencia de Israel en 1948 y la guerra resultante con países árabes vecinos. Desde entonces, Israel ha estado en conflicto con gran parte del mundo árabe, y la situación se ha visto complicada por la falta de resolución en cuanto a los territorios destinados a la formación de un Estado palestino, según la «partición de Palestina» de las Naciones Unidas.
El 2023 ya se caracterizaba por una alta violencia en la región, con un elevado número de muertes de palestinos en la Ribera Occidental a manos de fuerzas israelíes, así como ataques de grupos islamistas palestinos que afectaron a israelíes y extranjeros. El ataque de Hamas, llamado «Tormenta de al-Aqsa,» se justifica como una defensa del recinto de la mezquita al-Aqsa en Jerusalén, un lugar sagrado para musulmanes y judíos que ha sido objeto de tensiones y conflictos a lo largo de la historia.
Las relaciones en este sitio se rigen por un acuerdo de estatus quo entre Israel y Jordania, que controló la zona hasta 1967, pero las tensiones persisten, y estos eventos recientes reflejan una vez más la complejidad y la gravedad de la situación en la región.