En una revelación que fusiona historia y fe, un reciente descubrimiento arqueológico en Jerusalén ha arrojado nueva luz sobre un relato bíblico fundamental. Los especialistas israelíes han desenterrado la piscina de Siloé, un sitio que tiene 2700 años de antigüedad, situado en la histórica «Ciudad del David». Este hallazgo no solo confirma relatos históricos, sino que también ofrece una ventana tangible a los eventos descritos en los textos sagrados.
La piscina de Siloé es el sitio donde, según el Evangelio, Jesús devolvió la vista a un ciego. El descubrimiento ocurrió durante obras de infraestructura en la Ciudad del David, revelando un conjunto de ocho escalones perfectamente conservados, datados de la época del rey Ezequías (716/15-687/86 a.C.). Este estanque formaba parte del sistema de suministro de agua de Jerusalén y fue destruido en el año 70, quedando enterrado por sedimentos tras fuertes lluvias invernales.
Este descubrimiento, calificado como monumental, ofrece una conexión directa con la antigüedad bíblica. «Dentro de unos años los visitantes apreciarán directamente los lugares históricos y podrán ver con sus propios ojos, tocar con sus propias manos y caminar con sus propios pies sobre las mismas piedras que nuestros antepasados caminaron hace miles de años», afirmó Ze’ev Orenstein, director de Asuntos Internacionales de la Ciudad del David.
La historia de la Ciudad del David se remonta a más de 3000 años. Según registros históricos, su origen se relaciona con el momento en que el rey David dejó Hebrón para establecerse en Jerusalén, unificando las tribus de Israel. El área abarca aproximadamente 800 metros desde la piscina de Siloé en el sur, atravesando el Camino de Peregrinación, hasta el Muro Occidental, la Escalera Sur y el Monte del Templo.
Este recorrido es descrito por Orenstein como «la media milla más significativa del planeta», simbolizando siglos de historia, fe y cultura. El rey Salomón, hijo de David, construyó el Templo en el Monte Moriah, consolidando a Jerusalén como una ciudad de importancia global y un destino turístico de inmenso valor histórico.
El primer descubrimiento de la piscina de Siloé data de 2005, pero solo recientemente se han realizado esfuerzos significativos para acondicionar el sitio para visitas públicas. Los arqueólogos han trabajado incansablemente para preservar y preparar el área, permitiendo a los futuros visitantes explorar y experimentar directamente esta notable conexión con el pasado.
Este hallazgo no solo añade una pieza crucial al complejo mosaico de la historia de Jerusalén, sino que también reafirma la intersección entre la fe y la arqueología. Los turistas y fieles pronto podrán caminar sobre las piedras antiguas, reviviendo los relatos que han moldeado culturas y creencias durante milenios.