Veracruz fue la primera región en combinar la cocina española con la tradicional mexicana y adoptó, como ninguna otra parte de Latinoamérica, algunas costumbres europeas. Además fue pionera en utilizar algunos utensilios culinarios que llegan del otro lado del mundo. Esto ha hecho que aún hoy Veracruz sea considerada una de las regiones pioneras en el desarrollo culinario de todo el país.
A mediados del siglo XIX, y gracias a la importancia estratégica que adoptó el Puerto de Veracruz, llegaron a esta región muchos productos culinarios de otras regiones del mundo. Los veracruzanos supieron adaptar los nuevos gustos a las costumbres de la región y desarrollar una gastronomía local con personalidad propia.
En Veracruz encontramos cuatro regiones gastronómicas claramente diferenciadas: la Huasteca, el centro, Sotavento y los Tuxtlas. Cada una tiene sus propios platos, pues, en cada una predominan unos ingredientes, un tipo de producto y una manera de hacerlo. Por ejemplo, en las tres primeras podremos notar más la influencia de la cocina española. Ahora bien, si algo tiene en común todas las regiones es que el producto de mar suele ser el protagonista. Y no es de extrañar si tenemos en cuenta la cultura pesquera de esta región.
Veracruz se convirtió en un punto de enlace y mestizaje entre el Nuevo y el Viejo Mundo, al cual llegaron nuevos alimentos como el haba (alverjón), el trigo, el limón o el arroz. Los nuevos colonos traerían también gallinas y cerdos, base proteínica de su dieta. Más tarde llegarían el ganado mayor: res, burro y caballo, además de almendras y pasitas, el Jerez, las aceitunas y aceite de oliva, el ajo, la cebolla y las alcaparras entre muchos otros. Allá por el siglo xix llegaría al puerto de Veracruz, y por primera vez en México, la cerveza, traída de Europa.
Hasta el siglo XVII, las tierras veracruzanos eran selvas vírgenes con grandes recursos hidráulicos, suelo fértil, clima cálido y que permanecieron casi despobladas. Con la colonización, se inició la tala masiva para obtener maderas finas que dio lugar a amplias llanuras ideales para la explotación ganadera. También se formaron las haciendas, grandes extensiones de terreno usadas para la producción de algodón, arroz, maíz y tabaco, así como de árboles frutales (piña, mango, coco, zapote, guayaba, naranja, banana… etc.).
En el siglo XVIII se introdujo el cultivo de café, especialmente en la región de Xalapa (siendo la localidad de Coatepec el centro cafetero por excelencia), también en Córdoba, más al sur, y el la sierra de Los Tuxtlas. Hoy en día, el café de Veracruz es uno de los más apreciados dentro del territorio nacional, y es denominación de origen.
Ya en la época moderna, la cocina veracruzana se ha visto influenciada por nuevas culturas venideras. Durante la fiebre del petróleo a mediados del siglo xx, llegaron oleadas de trabajadores caribeños, europeos, norteamericanos y mexicanos, creándose colonias enteras en la zona sur de Veracruz y trayendo consigo sus costumbres alimenticias.
Un ejemplo es la colonia de Jicaltepec-San Rafael, donde los franceses importaron su gusto por los lácteos de calidad, los licores de hierbas y la repostería francesa, siempre mezclándose con los productos tropicales locales. La inmigración árabe también aportó la tortilla árabe, los tacos árabes o el jocoque.
La hegemonía estadounidense y la globalización alimenticia también han influido en las últimas décadas en la cocina veracruzana y, en general, en la cocina mexicana, de manera que hoy en día es común encontrar en todas las ciudades puestos de hamburguesas, hot dogs, pizzerías y marcas como Coca-Cola o Sabritas; a pesar de su amplio consumo entre la población, no se consideran gastronomía local propiamente.